La península del pico nevado


A pesar de su complicado nombre para los hispanohablantes, Snæfellsnes es la península con más encanto de Islandia. Ya hace más de un mes que volví de mi viaje a la isla, pero no puedo dejar de pensar en el acierto que fue comenzar mi recorrido precisamente por este lugar tan literario. Tras una parada obligada en Borgarnes, con visita al Museo de la Colonización incluida (cuentan con una audio-guía en castellano), y un pequeño vistazo a las cascadas Barnafoss y Hraunfossar (las recomiendo fervientemente por su misteriosa belleza, aunque no aparezcan destacadas en las principales guías), llegué a la península cuando el Sol comenzaba a descender en el horizonte, sin llegar a posarse.

Verne ya lo vio claro: si había un punto adecuado para buscar el centro de la Tierra, ese era Snæfellsjökull, con su pico nevado y su forma de auténtico volcán. Este glaciar, sin duda uno de los atractivos de Snaefellsnes, ha sido la inspiración de muchas leyendas y se cree que esconde poderes más cercanos a lo místico que a lo volcánico. Su última erupción fue hace casi 2.000 años, un dato que posiblemente hayan tenido en cuenta los habitantes de las poblaciones de la zona. Cuando el tiempo lo permite, es posible ver esta montaña nevada desde Reikiavik, y eso que la capital está a unos 192 kilómetros de distancia de la península. Esta misma semana leía con cierta preocupación que el pico más alto del glaciar se ha derretido por primera vez en la historia.

No lo dudé ni un minuto y decidí alojarme en una de las granjas situadas justo a los pies de la hermosa montaña. En concreto, me incliné por Gíslabaer, en la pequeña localidad de Hellnar, con unas vistas privilegiadas. Aunque el precio no fue lo más económico que pensaba encontrarme (5.000 coronas por poner mi saco de dormir y derecho a usar el resto de la casa), no me arrepentí. Me maravillaron las aves en los acantilados, las columnas de basalto, las cuevas y los campos de lava junto al mar. Dicen que a veces es posible ver alguna ballena nadando cerca de esta costa. A mí no se me presentó ninguna, pero me conformé con los caballos islandeses que me encontré mirando al mar, o las ovejas pastando libremente. Eso sí, si alguno vais algún día, no dudéis en tomaros un café en un pequeño sitio que hay muy cerca de un acantilado. Lo reconoceréis enseguida.

Tras Hellnar, decidí seguir mi camino siempre rodeando el glaciar. Hay varias paradas obligatorias, perfectamente señalizadas como puntos de interés para los turistas. No dudé en detenerme en Hellisandur, un pueblito con una playa de arena blanca muy cerca, ubicada entre tanto paisaje negro, y en Ólafsvík, una encantadora localidad de pescadores con una iglesia que destaca por su modernidad.

El otro pilar de la península es la localidad de Stykkishólmur, que a muchos os sonará por su puerto y por las excursiones que parten de él hacia la isla Flatey, en el fiordo de Breiðafjorður. Allí es posible comer un buen perrito islandés (al que le echan todo tipo de ingredientes) en un puestecillo en la calle principal (lo veréis por la cola que suele haber).

Tras este recorrido exprés, sólo me queda decir que en la península se ambienta buena parte de La saga de Laxdæl y en ella nació, según esta obra islandesa, el primer miembro nórdico occidental de la guardia varega, Bolli Bollasson.

No dudéis en pinchar en el álbum de fotos del viaje. Espero que os guste.

~ por Alda Ólafsson en 30 agosto, 2012.

3 respuestas to “La península del pico nevado”

  1. Aunque el Círculo de oro es mucho más conocido, Snæfellsnes es un lugar con muchísimo encanto y con decenas de sitios que descubrir, la gruta con el pequeño desfiladero que acaba en una cascada es impresionante.

  2. Estupendo post… lo del café al lado del acantilado debe ser increíble.

  3. Lo del pico más alto del Snæfellsjökull al descubierto es una de las noticias que más me han entristecido últimamente (y no será por falta de malas noticias…). A ver si nos alegras un poco con alguna muestra de tus progresos con el time lapse!

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